LA PANDEMIA Y LAS FISURAS EN EL CONSENSO NEOLIBERAL Por Juan Pablo Ruiz.
“Que nadie venga a
decirnos ahora que “no es posible ensayar otras formas de estar en sociedad” u
otras formas de administrar la riqueza: se puede parar la producción y se puede
parar el comercio. Estamos presenciando un acto de desobediencia fenomenal sin
poder adivinar cuál será la ruta de salida (…) Estamos ahora frente a la
evidencia que siempre los dueños de la riqueza y sus administradores buscaron
esconder: la llave de la economía es política, y las leyes del capital no son
las leyes de la naturaleza”
Rita Segato.
Mucho se está escribiendo sobre la
manera en que la Pandemia del Covid-19 cambiará al mundo. El filósofo Slavoj
Zizek[2] se adelantó a todos y
pronosticó el fin del capitalismo, mientras que otros pensadores, como el
filósofo coreano Byung-Chul Han[3] predicen todo lo
contrario, señalando incluso el triunfo de sociedades más controladas.
Pareciera que el virus tendría la
fuerza suficiente para lograr que la humanidad una noche se acueste neoliberal
para amanecer como “neocomunistas” o como “totalitarios” al día siguiente, todo
sin siquiera cambiar las sabanas.
Sería un el virus con una fuerza
considerable para producir cambios, mucha más fuerza que las personas,
colectivos e instituciones que integran la sociedad. Claramente debemos
esforzarnos en no caer en simplificaciones o poner en la pandemia potestades que
no tiene. El neoliberalismo como forma de organización económica es una
construcción social, es obra de la humanidad en su conjunto, y serán los seres
humanos quienes lo transformen.
Sostenía Emmanuel Wallerstein que
el Capitalismo es ante todo una forma de relación social y David Harvey enuncio
una definición de neoliberalismo que me parece muy buena: “El neoliberalismo es, ante todo, una teoría de prácticas
político-económicas que afirma que la mejor manera de promover el bienestar del
ser humano consiste en no restringir el libre desarrollo de las capacidades y
de las libertades empresariales del individuo dentro de un marco institucional
caracterizado por los derechos de propiedad privada fuertes, mercados libres y
libertad de comercio”.
En todo sistema económico o “relación
social” se establecen prioridades y en el neoliberalismo ellas pasan por
subordinar todas las relaciones y problemáticas humanas a las necesidades del
mercado. Con el tiempo el neoliberalismo, como forma radicalizada de relación
social capitalista, ha mercantilizado casi todas las formas en que los seres
humanos nos relacionamos entre nosotros[4] y la manera en que nos
relacionamos con nuestro entorno natural[5].
Está supremacía de la economía sobre
todas las otras áreas del desarrollo social y comunitario ha ido construyendo a
través del tiempo un sedimentado “sentido común neoliberal”, o lo que Wendy
Brown denomina la “razón neoliberal”[6].
En este sentido sostiene Chantal
Mouffe[7] que “los dogmas neoliberales sobre los inviolables derechos de propiedad,
las omnicomprensivas virtudes del mercado, y los peligros de interferir sobre
su lógica, constituyen en nuestros días el sentido común imperante en las
sociedades liberal-democráticas (…)”
El “sentido común neoliberal” logra
que la sociedad articule discursos, respuestas y soluciones ante los problemas que
reproducen una matriz mercantilista, es decir que esta “razón neoliberal” viene
reconfigurando de manera constante, paulatina y progresiva los discursos,
acciones e instituciones del cuerpo social. Como ejercicio de lo rápido de
estos cambios se producen pensemos por ejemplo en que hace 40 años no existían
en nuestro país los “shoppings” ni
los “countries”.
Ahora bien, la Pandemia del Covid-19,
con su carácter global viene a cuestionar y poner en crisis el “sentido común
neoliberal”, y lo hace porque las decisiones que los estados deben tomar para
paliar sus efectos deben establecer otras prioridades, y “subordinar” las pretensiones
del mercado. Al cuestionar el “consenso hegemónico” que se construyó en torno a
los dogmas neoliberales, estos se “politizan”, entran en un conflicto de
intereses y definen campos políticos.
Esto no quiere decir que el
neoliberalismo está en su fase final o ya sea parte del pasado, a mi entender
estamos muy lejos de eso, pero la pandemia a abierto fisuras en el consenso
neoliberal, que desde fines de los años 70 se fortificaba. Esas fisuras
fortalecen las sentidos contra hegemónicos y permiten desarrollar la “guerra de
posiciones” gramsciana con mejor perspectiva de éxito.
La respuesta a la pandemia ha
obligado a los representantes políticos a tomar decisiones que han revitalizado
conflictos que parecían resueltos o superados en el marco del sentido común
neoliberal, y me parece importante identificar los siguientes:
A.-
MERCADO VS MEDIO AMBIENTE: LA BATALLA NO ESTA PERDIDA.
El avance del movimiento y la
conciencia ambientalista viene chocando de manera sistemática contra el modelo
neoliberal. A los estados nacionales se les torna difícil que las actividades
económicas se subordinen a la protección del medio ambiente, ya que los
“beneficios” económicos tienen la última palabra en dichas decisiones. En temas
ambientales, como en los económicos, rara vez los estados nacionales someten
ante la soberanía popular la decisión de habilitar actividades contaminantes. [8]
El desarrollo económico ha ido
destruyendo la biodiversidad en nuestro planeta y no son pocos los científicos
que atribuyen a las granjas industriales de producción de alimentos la
proliferación de los virus pandémicos[9].
¿Cómo hace un estado nacional para
prohibir o limitar el uso de agrotóxicos si necesita esas divisas para sostener
el gasto público? ¿Cómo hace un estado para que las industrias inviertan en
desarrollos no contaminantes?
Tal vez la pandemia pueda permitir
un cambio de tendencia, para que no sea tan sencillo subordinar el
medioambiente a las necesidades del mercado. La pandemia puede extender la
conciencia medioambiental y fortalecer el movimiento social ambientalista; y permitir
desbordar los límites de lo social y condicionar el discurso y el accionar
político. Ya hay experiencias exitosas de esos desbordes, el plebiscito de Esquel,
la lucha para impedir que se instale Monsanto en Córdoba, el juicio a las fumigaciones,
la lucha de Famatina y de Jachal, y las últimas movilizaciones en Mendoza en
defensa del agua dan testimonio de eso.
Desbordar lo social implica entre
otras cosas conformar alternativas políticas y electorales competitivas para
intervenir en todos los niveles de gobierno, y también recuperar la tradición
democrática popular logrando que sea la soberanía popular y no los tecnócratas
quienes decidan sobre los aspectos que comprometen el medio ambiente. Las
fisuras en el consenso neoliberal abren posibilidades de subvertir las
prioridades, atento a que, como bien dice Rita Segato “No tenemos la tierra, es Ella quien nos tiene”.
B.-
MERCADO VS ESTADOS NACIONALES. EL RESURGIMIENTO DEL ROL DE LOS ESTADOS
NACIONALES.
La dinámica neoliberal por la cual
el mercado financiero y el comercio internacional conformaban y limitaban la
acción de los estados nacionales parece que ha encontrado un límite. Para
transitar la pandemia y sobre todo para salir de sus consecuencias los estados
nacionales deberán endeudarse a nivel record, ya sea tomando empréstitos o
apelando a la emisión de moneda sin respaldo.
Esta nueva realidad política
permite a los estados nacionales recuperar autonomía al momento de tomar
decisiones económicas respecto de lo dictado del FMI y el capital financiero
internacional.
La necesidad de financiar el gasto
público en este marco abre la posibilidad de establecer nuevos impuestos para gravar
al sector financiero y a las personas más ricas. En las economías centrales
este debate gana terreno, e incluso en las primarias de EE.UU el candidato
Bernie Sanders propuso establecer impuestos sobre el 1% más rico para solventar
la salud y la educación públicas[10].
Por otro lado se está debatiendo,
en algunos países centrales y en los países periféricos, con chances de ser
implementado, la creación de un Ingreso Básico Universal que permitiría que no
haya personas sin cubrir sus necesidades básicas.
Esto se debe a que cuando los
estados nacionales ganan autonomía del capital financiero se abren
posibilidades de discutir la distribución de la renta, la imposición de un
sistema tributario progresivo, y un nuevo esquema institucional, donde los
Bancos Centrales pierdan su “autonomía” y se subordinen a poder político; como
así también el diseño de una economía que priorice el desarrollo interno a las
necesidades del mercado internacional.
C.-
MERCADO INTERNACIONAL VS MERCADO INTERNO.
Conjuntamente con el
fortalecimiento de los estados nacionales surge la posibilidad de fomentar el
mercado interno. El neoliberalismo instalo el concepto de que la única vía de
desarrollo para los países es abrir sus fronteras y eliminar aranceles.
Cada barrera arancelaria es objeto
de ataques sistemáticos por parte de los gurúes económicos, verdaderos
intelectuales orgánicos de neoliberalismo, bajo el pretexto de la “distorsión
de las variables económicas”. Sin embargo, al momento de calcular los costos
del neoliberalismo, los gurúes se niegan a contabilizar el costo del impacto
ambiental, a poner precio a la economía del cuidado, o el costo de los
accidentes de trabajo que azotan al trabajo informal y formal, etc. Todos
costos que deben asumir los estados nacionales, que son socios en las perdidas
y pero que no son invitados a la mesa donde reparten los dividendos.
La fisura en el consenso neoliberal
va a abrir la posibilidad de recuperación de los mercados internos en la medida
en que podamos cambiar las prioridades económicas: un sistema económico conectado
al mundo, al servicio de la especulación y de la acumulación; o un sistema integrado
de manera inteligente a la economía mundo, al servicio de la dignidad de las
personas, sin deteriorar el medio ambiente. Invertir las prioridades implica
calcular bien todos los costos y repartir equitativamente los beneficios.
En términos concretos la pandemia
ya está provocando una recesión mundial aguda, y a eso hay que agregarle que
van a aumentar las barreras sanitarias y como consecuencia de ello va a
disminuir considerablemente el comercio internacional. No hay que perder de
vista que el libre flujo de personas y mercancías trae como efecto colateral el
esparcimiento del virus.
Una de las consecuencias será que
las grandes potencias intentaran colocar sus enormes stocks en todos los
mercados posibles, poniendo en riesgo la industria de los países capitalistas periféricos
y a las economías emergentes.
Estas contradicciones pueden abrir
la posibilidad a los estados nacionales a construir su espacio de autonomía,
para impulsar su mercado interno y abrir un proceso de sustitución de
importaciones. Si esto se puede desarrollar impactará sobre el mundo del
trabajo, posibilitando la expansión del trabajo formal, rompiendo así la
inercia flexibilizadora de los últimos 30 años.
La libertad de mercado y la
liberalización del comercio internacional como paradigmas económicos van a ser
puestos en cuestionamiento ya que no pueden brindar prosperidad a los países periféricos
del sistema mundo.
D.-
ESTADO NEOLIBERAL VS ESTADO SOCIAL.
La
crisis pandémica habilita a debatir todos los aspectos del orden neoliberal, o
como dice Rita Segato “Que nadie venga a decirnos ahora que “no es posible
ensayar otras formas de estar en sociedad”…”.
Las fisuras del orden neoliberal
van a aumentar las tensiones y contradicciones y van a abrir espacios para
buscar nuevas alternativas y construir nuevas realidades, pero en ningún caso
creo que eso implique regresar a los esquemas conceptuales del siglo XX.
La
lucha contra hegemónica, y lo que resulte de ella, será fruto de nuevas fuerzas
colectivas, de nuevos saberes y de una nueva gramática política. Entre ellas la
lucha feminista, los movimientos sociales y los colectivos ambientalistas
tendrán un papel preponderante, para darte centralidad a la solidaridad, a la
dignidad humana y al cuidado del medioambiente.
La
disputa hegemónica tiene al estado y a la sociedad civil como campo de disputa,
y es ahí donde se debe construir el sentido común del Estado social. Mucho se
está elaborando y trabajando sobre como seria ese nuevo consenso. Desde los
sectores de izquierda en EE.UU y de Europa se impulsa un “Green New Deal” que toma mucha de las reivindicaciones contra
hegemónicas y es un importante primer paso[11].
Hay
que tener en cuenta que parte importante de la lucha va a ser construir una
nueva institucionalidad estatal, atento a que es en las instituciones donde se
cristalizan las relaciones de fuerza entre los sectores en disputa.
Un
estado social, debe “desmercantilizar” esferas del orden social, esto es quitar
de las leyes del mercado áreas como la salud, la educación y la seguridad
social.
Además debe subordinar al capital a
las necesidades del desarrollo social, y no al revés como hace el estado
neoliberal. Para ello se debe reformar la carta orgánica del Banco Central para
que deje de ser un ente autónomo; y crear instrumentos para intervenir en el
mercado de capitales.
Todo lo enumerado no es más que una
brevísima síntesis de algunas cosas que habría que emprender para desmontar el orden
neoliberal, pero me interesa profundizar el concepto de “fisura” para señalar
que el consenso neoliberal es muy muy fuerte aun en nuestra sociedad, ya que es
un sentido común sedimentado que puede resistir las presiones y los cuestionamientos.
Dicho consenso es como un “dique” o
“represa” que evita que las demandas de los perjudicados por el modelo puedan
desbordar dichos limites o romper sus paredes.
Lo que ha abierto la crisis
pandémica es solo una fisura en dicho consenso, que no es poco, y eso significa
que se van a movilizar poderosas fuerzas para sellar la fisura, y que también
otras fuerzas intentaran que la fisura sea cada vez mayor y termine derribando
toda la represa.
Esta pelea va a tensionar a un más
el sistema democrático como ya se pueden observar los intentos autoritarios y
represivos en los países del cono sur; intentaran que la política “se convierta una vez más en el asunto de
elites cerradas, como ocurría en tiempos pre democráticos”[12].
Nuestra fuerza en cambio está en nuestra heterogeneidad, en lo que tan bien
señala Chantal Mouffe: “unificar las
demandas democráticas en una voluntad colectiva para construir un “nosotros”,
un “pueblo” capaz de enfrentar a un adversario común”[13].
Por más que le pese a los
seguidores de Fukuyama la historia no solo no tiene final sino que se rescribe
permanentemente, y el resultado dependerá de cómo se construyan y articulen los
bloques en pugna y de la destreza que desplieguen en la guerra de posiciones.
El movimiento feminista nos ha dado
muchas lecciones de como pasar de una situación de defensiva (ni una menos) a
un situación de ofensiva (se va a caer), y ojala las nuevas generaciones puedan
decir que el patriarcado y la hegemonía neoliberal cayeron y pudieron construir
una mejor sociedad.
[1] http://lobosuelto.com/todos-somos-mortales-segato/?fbclid=IwAR2Gn-9IACxn0junX0PiJ4R4RF9EaJlcp22XGL6K752MdY7lw50Un2rhMko
[2] https://ctxt.es/es/20200302/Firmas/31443/Slavoj-Zizek-coronavirus-virus-sistema-Orban-comunismo-liberalismo.htm
[3] https://elpais.com/ideas/2020-03-21/la-emergencia-viral-y-el-mundo-de-manana-byung-chul-han-el-filosofo-surcoreano-que-piensa-desde-berlin.html
[4] Un ejemplo de esa
“mercantilización de la vida” que provoca el neoliberalismo y que me llama la atención es la existencia de
“baby showers”, donde un momento tan importante como el nacimiento de una
persona sirve como pretexto para hacer un evento comercial.
[5] Una definición interesante de
neoliberalismo la da Wendy Brown “La
manera más común de entender el neoliberalismo es como un ensamble de políticas
económicas que coinciden en su principio original de afirmar libres mercados.
Éstos incluyen la desregulación de las industrias y de los flujos de capital;
la reducción radical de las provisiones del Estado de bienestar y de sus protecciones
para quienes son vulnerables; la privatización y subcontratación de bienes
públicos, que van desde la educación, los parques, los servicios postales, las
carreteras y la previsión social hasta las cárceles y los ejércitos; el
reemplazo de esquemas hacendarios y de arancel progresivos por regresivos; el
fin de la redistribución de la riqueza como una política económica o
sociopolítica; la conversión de cada necesidad o deseo humano en una empresa
rentable, desde la preparación para ser admitido en universidades hasta los
trasplantes de órganos, desde las adopciones de bebés hasta los derechos de
contaminación, desde evitar colas hasta asegurar un espacio cómodo en un avión,
y, más recientemente, la financiarización de todo y el creciente dominio del
capital financiero sobre el capital productivo en la dinámica de la economía y
la vida cotidiana”.
[6] El pueblo sin atributos. La
secreta revolución del neoliberalismo. Wendy Brown.
[7] La paradoja democrática.
Chantal Mouffe. Introducción.
[8] El 23 de marzo de 2003 el
pueblo de Esquel (Chubut) rechazo en un plebiscito la instalación de una mina
de oro y plata.
[9]
https://interferencia.cl/articulos/la-responsabilidad-de-la-agroindustria-en-el-covid-19-y-otras-enfermedades-virales
[10] “Not me, US”. (no yo,
nosotros) es el lema de la campaña presidencial de Bernie Sanders que entre
otras cosas postula: “Me postulo para presidente para que, cuando estemos en
la Casa Blanca, el movimiento que construyamos juntos pueda lograr justicia
económica, racial, social y ambiental para todos”.
[11] http://revistaanfibia.com/ensayo/green-new-deal/
[12]
Colin Crouch. La posdemocracia, Ed. Taurus, Madrid, 2004.
[13] Chantal Mouffe. Por un
populismo de izquierda. Ed. Siglo XXI. Buenos Aires. 2018.
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